En Lerma, más de 200 personas entre servidores públicos, comuneros y vecinos participaron en una jornada de reforestación que integró 3,500 pinos Greggi y Patula en distintas comunidades. La acción se inscribió en el programa municipal Agua y Vida, coordinado por la Dirección de Desarrollo Agropecuario junto a dependencias de salud, ecología, gobierno y educación.
Plantar un árbol fue entendido como más que un acto de reforestación: un dispositivo de transformación. Antes, la tierra recibía semillas como parte del ciclo agrícola. Hoy, la plantación se convierte en política pública: organizada, monitoreada, distribuida en logística, información, control e identificación. El gesto individual se funde con la estrategia colectiva.
El programa Agua y Vida se plantea como metáfora expandida: el árbol no solo captura agua, también preserva suelo, genera sombra y establece continuidad entre generaciones. La raíz es vínculo con el pasado; la copa, promesa hacia adelante.
En las comunidades de Las Mesas, Unidad y Las Rajas, el día de siembra reunió dependencias y habitantes bajo un mismo propósito. Se trató de un momento en el que la acción técnica —contar, cavar, plantar— coincidió con la acción simbólica: reforzar el compromiso de una administración con la conservación ambiental.
Queda, sin embargo, la interrogante: ¿estos 3,500 árboles crecerán hasta consolidar un bosque capaz de modificar el entorno?, ¿logrará la comunidad mantenerlos vivos más allá del entusiasmo de una jornada?, y, lo esencial, ¿en cuánto tiempo la ciudadanía percibirá el retorno de este esfuerzo en agua y vida?
Fotos: cortesía




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